“Hablar del vuelo mecánico en la provincia es hacer mención de una actividad que sola se ha abierto camino en este Estado del país”. Así se expresaba nuestro diario a fines de 1926 sobre la corta historia de la aviación tucumana.

El primer “pájaro mecánico” que sobrevoló el Jardín de la República lo hizo en julio de 1911 y aterrizó en el flamante parque 9 de Julio. Hubo que esperar dos años para ver otra nave volando en el cielo tucumano. Tras ellos vinieron otros aviones. Cada aparición generaba más fervor por el vuelo entre los tucumanos.

Los entusiastas de esta experiencia, encabezados por Nicanor Posse, decidieron fundar el Aero Club en 1919. En pocos años el club creció con fuerza. “Fundado al calor de los más viriles entusiasmos es hoy una de las instituciones de más prestigios y de más méritos. Desde su fundación luchó tenazmente por robustecer cada vez más, los sanos propósitos acariciados desde un principio. Comprobado y palpado que fue el interés por las prácticas del vuelo mecánico y sin más trámites se fundó la actual institución que preside el doctor Nicanor Posse”, manifestaba nuestra crónica de 1926, para luego pasar a realizar una reseña sobre lo realizado en aquel año.

Aviones por doquier

Entre los eventos más destacados estaba la recorrida de una cuadrilla militar, al mando del ministro de Guerra, general Agustín Justo, entre las que se destacaba la nave con la que Ernesto Nougués realizó el raid desde Tucumán hasta Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Así como la presencia del “Coronel Barcala”, un Curtis Mercury con el que los aviadores mendocinos Virgilio Sguazzini y Agustín Biondi realizaron el raid “14 Provincias” que tras cuatro días en Tucumán a mediados de noviembre, y tras algunos inconvenientes con el clima que retrasaron su partida hacia Salta y Jujuy, continuaron su exigente viaje que concluyó el 13 de diciembre en tierras mendocinas.

En enero, al mando de Gaudioso Molina llega el “Monteagudo 4”, otro Curtis Mercury provisto por el Servicio Aeronáutico del Ejército para los aviadores locales, armado por el experto mecánico Aurelio Schwartz. Esta nave tenía el antecedente de haber realizado el raid entre Buenos Aires con La Paz por Echeverry.

Ese mismo mes el piloto Jorge Sariotte inicia los vuelos de pasajeros y propaganda en nuestra ciudad con un Cuadrón. En febrero, tras el servicio militar logró su brevet de piloto y regresó a la provincia Próspero Palazzo como instructor.

Hacia los valles

Nuevamente el avión le ganaba la carrera en su llegada a Tafí del Valle al automóvil. Mientras en 1921 llega el primer vuelo, el 26 de febrero de 1926 se inauguran los vuelos de pasajero a la villa en el valle calchaquí, que tuvo que espera hasta 1943 para ver el primer auto por allí.

El último día de febrero de 1926, al mando de Molina, el “La Madrid” con dos pasajeros va y viene hasta Santiago del Estero en el mismo día.

El 8 de marzo una fuerte tormenta afecta las instalaciones del aeródromo Benjamín Matienzo e impide su uso por varios meses. Dos naves de la institución son llevadas a instalaciones santiagueñas para ser preservadas. En una de esas naves, que superó una fuerte tormenta, viajó el entonces periodista de LA GACETA Manuel Abella.

La reconstrucción de las instalaciones requirió de un subsidio de 10.500 pesos aportado por el Gobierno provincial. Tras más de dos meses de espera viajan a Santiago en tren Molina y Palazzo para traer los dos aviones. El 16 de mayo sobrevuelan San Miguel de Tucumán junto a la aeronave santiagueña “Juramento 6” a cargo del piloto Ramón Calderón. El 20 de mayo son reinauguradas las instalaciones del Aero Club.

Proeza de Palazzo

Otro recuerdo de aquel año fue el festejo por la concreción del recorrido entre Buenos Aires y Nueva York. Por ello Molina, Palazzo y Bernasconi efectúan vueltas y figuras sobre el centro de la ciudad. Toda la atención se centraba allí cuando demostrando sus “fama de experto” piloto, Palazzo pasó casi rozando con el tren de aterrizaje de su avión la copa de los árboles de la plaza Independencia.

Hablar de Palazzo es hablar de un piloto, de pura cepa tucumana, que estampó su estrella en el firmamento de las figuras que hicieron la aviación de nuestro país. Su figura se enmarca en aquellos épicos años iniciáticos de nuestra aviación junto a figuras como Antoine Saint Exupéry, Vicente Almandos Almonacid, Guillaumet, Cambaceres, Gaudioso Molina, Jorge Newbery, Nicanor Posse, entre muchos otros. Pero la figura de Palazzo se engarza con los inicios del transporte aerocomercial en nuestra Patagonia.

Fue una figura clave en la fundación del Aero Club de Comodoro Rivadavia y en el uso de la línea aérea hacia el sur del país por parte de la recordada empresa Aeroposta. Aquellos viajes, que eran toda una aventura fueron descriptos en el libro Vuelo Nocturno del reconocido autor de El Principito, quien voló por nuestro sur en varias oportunidades.

Para hablar de nuestro comprovinciano tomamos las palabras del historiador José María Posse que señaló en su nota “Pioneros de nuestra aviación. Parte II”: “Nació en San Miguel de Tucumán el 17 de octubre de 1904, en el seno de una laboriosa familia de inmigrantes italianos, fundada por don Salvador Palazzo, de grato recuerdo. Por algún motivo, la aviación fascinó desde temprana edad a los hermanos Palazzo, de nueve, tres fueron pilotos: Prospero, Vito y José. Todos ellos trabajaron en al Aeroposta”.

Una vida intensa

Con apenas 21 años consiguió su brevet de piloto en 1925, siendo este el primer curso dictado por el Aero Club Tucumán y siendo su instructor el recordado Gaudioso Molina. En apenas poco más de una década hizo como se dice “de todo”.

Fue aviador miliar al ser incorporado al servicio militar. Fue instructor de vuelo en Tucumán. Fue aviador rescatista y sanitario, trayendo personas enfermas graves o parturientas desde lugares inaccesibles. Fue piloto comercial y de correos en la Aeroposta por lo que se trasladó al sur del país.

La muerte lo alcanzó en vuelo en medio de una tormenta de viento y nieve. La nave comenzó a prenderse fuego, al tiempo que las llamas alcanzaron a Palazzo y a su copiloto Enrique Brugo, vientos cruzados hicieron que finalmente se estrellara en una montaña cercana. El impacto destruyo el avión Late 28 y acabó con los dos aviadores. Era el 23 de junio de 1936. La zona era Pampa Escalante unos 60 kilómetros al norte de Comodoro Rivadavia. La tormenta impidió el rescate de los cuerpos y tres días después Vito Palazzo, hermano del fallecido, dio con el lugar de desastre.